Montblanc,
un nombre mítico en la historia de la escritura, escribe ahora el tiempo
gracias a una soberbia colección de relojes que refleja en cada modelo
la huella indeleble Meisterstück que caracteriza sus instrumentos de
escritura.
Después
de cosechar un notable éxito en este primer año, los relojes Montblanc
siguen siendo fieles a su particular estilo voluptuoso y clásico, así
como al color oro de sus cajas, señas de identidad Meinterstück que
también tienen fiel reflejo en los colores negro y blanco de sus esferas,
colores que ahora se enriquecen con lapislázuli y malaquita. Las cifras
árabes de las propias esferas reflejan también el estilo de la época
en que nacieron los célebres instrumentos de escritura Montblanc.
Si ya
el pasado año Montblanc nos sorprendía en el SIHH de Ginebra al presentar
su primera colección de relojes, ahora vuelve a hacer lo mismo ampliando
su línea de modelos, pero manteniendo los tres tamaños de caja: caballero,
cadete y señora, en oro o chapado, y en todos los casos con la corona
rematada por la célebre estrella blanca de la firma alemana. Esa ampliación
de modelos se ha materializado de forma especial en la creación del
reloj Dual Time, en la incorporación de esferas de malaquita y lapislázuli
y en la introducción de brazaletes metálicos y pulseras en tono azul
y verde, a juego con las nuevas esferas. Con estas variantes se enriquecen
al mismo tiempo los modelos ya emblemáticos como el cronógrafo y el
reserva de marcha, sin olvidarnos de los analógicos de caballero y cadete,
con calendario; y de los de señora, con el segundero a las 6. En su
interior, los relojes Montblanc albergan movimientos ETA mecánicos o
de cuarzo, del más alto nivel de calidad para asegurar una vida duradera
y precisa al corazón del reloj.
Del mimo
modo que la estilográfica Meisterstück se ha convertido en un objeto
de culto, los relojes de la estrella Blanca alcanzarán los mayores éxitos
al manifestarse en ellos valores tan importantes hoy en día como tradición
y artesanía, valores que nos hacen saber apreciar el tiempo para las
cosas esenciales de la villa: tiempo para las ideas, para sentimientos,
para la belleza, para la cultura y para las cosas bien hechas, como
sabe hacerlas Montblanc.