El
secreto de Cartier en la creación de relojes
está basado, sin duda, en la perfección de sus formas,
inspiradas en la creatividad del joyero, combinada con la más
sofisticada tecnología.
Los
primeros relojes de Cartier
aparecen en sus archivos en 1853: relojes de bolsillo o relojes con
formas muy especiales, bolsos, encendedores o neceseres. Todas estas
piezas eran realizadas en los talleres de Joyería Cartier.
Fue más adelante, en la época de Louis Cartier, cuando
se desarollara la relojería en el seno del mundo de Cartier.
Gracias a su impulso, se crea el primer taller de relojería de
la Casa en el cual se fabrican sobre pedido un gran número de
relojes de péndulo, relojes de dije para dama y de bolsillo para
caballero, siempre destinados a la clientela más distinguida.
En 1904, Louis Cartier crea el primer reloj de pulsera Cartier para
su amigo el aviador Santos Dumont. Este reloj, con pulsera de piel,
permite al aviador, hombre de acción por excelencia, ver más
fácilmente la hora mientras vuela.
En 1919, Cartier crea el famoso reloj Tank, en homenaje a los oficiales
norteamericanos en Europa. Este reloj, ultramoderno para su época,
obtiene un éxito inmediato. Cartier se apropia de este reloj
puro, que se variará hasta el infinito y que aún en nuestros
días es uno de los grandes best-seller de la casa. Cartier será
también el creador del famoso broche deplegable, que ofrece más
seguridad al portador y garantiza una mayor longevidad de la pulsera
de piel, que se protege mejor y se manipula menos. El arte del joyero
culmina, en esta época, con la creación de una serie de
extraordinarios relojes de péndulo misteriosos, maravillosas
creaciones con esferas translúcidas, cuyas agujas parecen desplazarse
solas por el espacio, gracias a un mecanismo casi mágico. Hasta
nuestros días, otras muchas maravillosas creaciones han venido
a acompañar alquellas primeras piezas míticas: El Santos
en 1978, el Panthére en 1983, el Pasha en 1985, el Must 21 en
1986, el Tank Americano en 1989, el Diábolo en 1991, el Tank
Francaise en 1996 y el Trinity en 1997. Precisamente de esta última
creación, diremos que sus líneas redondeadas nos predisponen
a rozarlo, a sentirlo y a quererlo. En la suavidad del oro se puede
apreciar una nueva interpretación del mito de los tres anillos
de Cartier joya eterna que une en sus tres aros de oro rosa, oro blanco
y oro amarillo, los símbolos del amor, de la amistad y de la
fidelidad. Este reloj precioso ofrece una nueva mirada a la feminidad
y se muestra decididamente elegante, reflejo de un lujo contemporáneo.
En la precisión de sus detalles se expresa el constante deseo
de Cartier de buscar la perfección.